"La vida cambia."
Cada vez que siento alguno de esos cambios, algo se me clava en el centro del pecho. Una especie de jeringuilla o pajita que ayuda a sacarme el aire... y todo lo demás. Experimento esa sensación de vacío que conozco tan bien. Y me resigno.
A veces me envuelve el silencio (muy distinto al de aquellos días). Me hablan de cuentos y me derrumbo. Veo salir idénticas frases de otros labios y se me parte el alma.
Cambios y más cambios. ¿Lo peor? que yo estoy mutando.
Despierto, sin querer, con la luz del alba. Cuatro horas de sueño parecen hoy demasiadas. La persiana me la ha jugado dejando entrar todos los rayos de sol que una mañana decidí rehuir. El sonido del tiempo es ahora un "tictac" sin espacio entre medias, sin descanso. Una tranquilidad muy distinta a la que trae la noche contradice el despertar de una ciudad, como un espejismo. Amanecer... no es más que engaño.
Llenó de aire sus pulmones hasta hincharlos completamente y se dejó sumergir. Cincuenta kilos de recuerdos atados a uno de sus tobillos arrastraban su alma hasta lo más profundo. Cerró los ojos al creer que el tiempo pasaría rápido. Y olvidó que eran demasiados kilómetros para una huída fácil.
El lastre tocó fondo y, con él, una mirada nació a oscuras. Miró al frente, pero nada había cambiado. Tampoco recordó que la luz no llega a todas partes.
Pequeñas burbujas ascendían sin ser vistas, el oxígeno se acababa y a su alrededor nada sentía excepto el frío de un lugar desconocido. Sintió desvanecerse cuando el torbellino de imágenes envolvió su corazón inerte al mismo tiempo que unas manos liberaban la cadena oxidada.
Salió a flote dejando salir la última bocanada de aire, pero la salvación llegó demasiado tarde. Un cuerpo sin pulso, sin vida, se había rendido. No sin antes abandonar el último aliento de esperanza que le acompañó hasta el vacío.
Por no evitar que te hagan daño. Por no saber curar las heridas. Por maltratarnos. Por dejar e impedirte tomar decisiones. Por llenarte huecos de dolor. Por ahogarme en tu sangre. Por desenterrarte. Por desconocer tu alcance. Por concederte caprichos. Por permitirte sangrar más veces de las aconsejadas. Por tratar de helarte. Por escuchar sin entenderte. Por fallarte. Por conservarla entre nosotros.