Desaparecías.
Ahora comprendo mejor a las personas que dicen aquello de: "prefiero saber que está muerto y poder enterrarle a vivir con este dolor de no saber dónde está".
Aunque en mi caso yo te diese por muerta (siempre tan positiva), creo que jamás he llorado tanto en sueños.
Lo peor? que nadie me decía nada y era la última en enterarme. La desesperación de no saber qué hacer, decidirme a llamar a tu casa y encontrarme con la voz de tu padre diciéndome que no estabas, negándose a dar más detalles. La angustia de escuchar una voz sin su risa característica y no conseguir que me confirmara la noticia.
Y la sensación de perderte... como si perdiera a una hermana. Porque ya sabes que siempre te consideré más que una amiga.
¿Alguna vez has llegado a casa, entrado en tu habitación, mirado la hora en el reloj que cada día amanece más adelantado, sentado al borde de la cama y ,al levantar la vista, encontrarte con 25 minutos perdidos? Observas tu reflejo bajo el círculo roto de velas transparentes, mostrándote indiferente ante el paso acelerado del tiempo. Entonces, sustituyes el oscuro de tu ropa por colores claros, apagas luces, te acuestas y escuchas tu voz diciendo, siempre en silencio, que ya no hay desajuste de relojes ni bombillas fundidas. Sólo una respiración pausada y el frío de una cama abandonada al tiempo.
Diré que existe esa diferencia, pero físicamente nada más. Siempre sirve de algo (para mal o para bien).
No diré que me moleste tu preocupación. Pero sí que permanezcas cuando te pido que abandones un lugar antes que yo. Quedándote, sólo consigues mi marcha sin mirar atrás.
No diré que te necesito... porque me aconsejaron aborrecer la necesidad.
Y, por último, diré que cada día veo más lejos la clonación. Si acaso, almas invertidas.
Parece que el destino ha acertado hoy. No lograba imaginarme tirando a la basura algo que fue creado sólo para ti. Me ha quedado claro que no es el momento. O puede que, simplemente, quiera decirme que mis manos no son dignas de entregarte aquello que te pertenece.
Una vuelta a casa de ojos verdes clavados en la acera. Y demasiadas líneas grises por todas partes.
Esta noche me despojo de la piel, tendiéndola al final de la escalera, donde los fantasmas no conocen el miedo. En unas horas sumerjo lo volátil en la bañera helada, acallando amenazas, portazos y acusaciones con cenizas nacidas de la indiferencia.
Que nadie trate de vaciar hoy mi refugio. He agudizado sentidos que creí muertos. No hay mejor manera de taparte la boca, que cerrando la mía. Aunque las costuras todavía pueden estallar.