Cuando he subido a casa, mi cabeza no paraba de dar vueltas, así que he cogido el libro que tengo a medias. Suelo hacerlo cuando quiero dejar de pensar.
Al rato, leo esto:
"Se entretuvo con el jueguecito siguiente: pon que acabas de entrar en una lavandería de mala muerte de la avenida de La Bourdonnais, un 29 de diciembre a las cinco de la tarde y ves esa silueta por primera vez en tu vida, ¿qué pensarías?
Se arrellanó en su silla de plástico, se metió las manos en los bolsillos de la cazadora, y entornó los ojos.
(...) Intentarías mirar a otra parte, pero no podrías evitar volverla a mirar. Porque habría algo... El aire era especial alrededor de esa persona. ¿O la luz, tal vez?
Sí. Eso era.
Si acabaras de entrar en una lavandería de mala muerte de la avenida de La Bourdonnais, un 29 de diciembre a las cinco de la tarde y vieras esta silueta bajo la triste luz de los neones, te dirías exactamente esto: ahí va... un ángel..."
Una casualidad más de tantas. O causalidad. Contigo nunca se sabe.
Dudo sobre dónde estaba exactamente a las cinco de la tarde ése 29 de diciembre. Hay días en los que el tiempo pasa demasiado rápido. Pero tengo claro lo que me dije.
Voy a intentar hacerlo bien. Esta vez de verdad. Lo siento (el resto ya lo sabes)
Empiezo cambiando el diseño.
Sólo falta volver a escribir.