No sé en qué momento eché el ancla. Si fue antes o después de pararse el mundo. Y esa incertidumbre lo cambia todo. Me ciega ésa claridad sui géneris que va robando intensidad a mis días, a mis sueños insomnes.
Rehúyo el día. Ansío la noche, dibujar en grises, pensarte a escondidas. Recordar que nuestros destinos se quedarán siempre a las puertas todavía escuece.
Tengo esperanza en las otras seis dimensiones, en reducir la ignorancia a una sola ecuación que me haga levar anclas.