Siempre supe que los lugares vacíos suenan distinto. Las frases se retuercen en las paredes y regresan a ti, como si no hubiesen llegado a nadie y en lugar de perderse en el vacío, vuelven a su origen. Pura dinámica, supongo. Pero lo que más sorprende son las pisadas. Los pasos parecen ir a ninguna parte si no fuera por el eco tan fuerte que provocan.
Esta habitación, con apenas muebles, ha perdido tu olor. Tan sólo queda de ti el ramo de flores que llevaste aquel día, secándose boca abajo (como tiene que hacerse) y algunas fotos que olvidaste en el marco que ya no quieres.
Ellos se han apresurado a darle otro uso a este cuarto amarillo. Pero mientras las paredes guarden tus secretos, siempre será tuyo. Aunque entrar aquí se haga más difícil día tras día.
Te echo de menos.
Qué has hecho con ella? dónde has dejado su eterna melancolía? y su miedo? en qué momento hiciste desaparecer todo lo malo? y de qué manera (para que no se diese cuenta)? Sólo ahora, al pensarte una y mil veces, al imaginarte a su lado, al recordar tus besos por cada esquina de su rostro... Sólo ahora observa el cambio. Y mientras, la lluvia ha comenzado a caer y el viento sopla intermitente. Y cada vistazo al cielo es distinto. Porque tú has clausurado el dolor abriendo la puerta que no tiene nombre. Y ella resta las horas que faltan para tu regreso y se acuesta temprano para no pensar que sólo lleva tres días sin ti. Y tres son los días que faltan para tu vuelta.