Ya no te oigo cuando gritas. Escucharte, dejé de hacerlo hace tiempo. Pero ahora mis oídos filtran tus ladridos, traspasando sólamente un zumbido molesto.
Costumbre. Monólogo tras otro, tan iguales siempre que ya no afectan. Puedes seguir creyendo que soy la culpable de todos tus portazos, pedir lo que no tengo y esperar que dé mi brazo a torcer.
Lástima que lo rompieras hace años..... y no te acuerdes.
Lo mejor es la indiferencia.
Hacerlas inexistentes.
Ademas, con un brazo te puedes seguir manejando ¿no?
:)
Un beso.
Huella dejada por Maki a las 13 de Enero 2008 a las 12:42 PM