Dos noches seguidas, distintos protagonistas y un mismo llanto. Agota éso de sentir tanto el mundo onírico. Y que los fantasmas vengan una y otra vez. "Nunca, nada mereció tan poco la pena" escribí hace unas cuantas noches, tras llevar un par de horas dando vueltas en la cama.
Llegas tarde. Me fui aquel día sin despedirme. Ni siquiera la nota de siempre. Una almohada vacía, la tuya. Y mi alma, al fin libre.