So Far Away

Olvido

No recordé tu cumpleaños. Primera vez en seis años. Tampoco estoy segura de cuántos has cumplido ¿22 ó 23?. No puedo creer que haya olvidado tantas cosas de ti. Y, poco a poco, los restantes recuerdos se desvanecen, quedando imágenes y sentimientos agradables pero carentes de emoción. Porque no me haces sentir. Nuestra historia se ha enfriado tanto que ahora ni la siento.
Hielo que perdura en el tiempo y la distancia, que no molesta ni tampoco busco.
Primero desaparecieron tus llamadas (luego las mías), tus mensajes (más tarde los míos). Despareció un sentimiento y, con él, nuestro dolor e indiferencia.
Jamás imaginé que llegaríamos a este punto; que yo olvidaría las cifras de un número que tantas veces marqué y al que tantas palabras hice llegar. Aunque aún recuerdo el otro.
Olvidar tu edad me escandaliza, aunque creo que has cumplido 23, pero no puedo asegurarlo...
¿Significa éso que no te quise? ¿O sólo que no mereces ser recordada?

Porque todavía puedo observar tu mirada azul clavándose en mí aquel día, puedo acariciar tu cabello rubio como hice aquella tarde y sentir tus labios perderse en mi cuello por primera vez. Puedo recordar tus abrazos, ése anillo que me prestabas tantas veces. Tu sonrisa... también la recuerdo. Me hacía temblar. Y esa risa tan propia de ti, buscando siempre llamar la atención.
Recuerdo esperar cada mañana a escuchar el rugir del motor que te traía a clase y observar por la ventana la misma imagen cada día. Gafas de sol, casco, vaqueros, llaves, mochila y tu saludo de buenos días desde la calle. A veces acompañado de un beso en la distancia o de un cigarro recién tirado al suelo que nunca apagabas. Siempre lo dejabas consumir. Tu pequeña manía de no acabar tú misma con nada, sino dejar al tiempo o a mis botas terminar con el trabajo sucio.
Sigo recordándote... pero sin sentimiento. Y me alegro.
Ya no apareces en mis sueños y, cuando lo haces, el despertar me trae dudas sobre si realmente estabas o no.
Éste final me resulta triste, pero visto desde fuera, porque ya acabó nuestro juego. Ahora sólo queda una caja negra envuelta en olvido.
A lo mejor un día la encontramos y podemos leer nuestra historia y descubrir la causa del final. Como pasatiempo.
Felicidades con un mes y catorce días de retraso (sin ser merecidas).