Creo que no vas a leerlo, pero....
Sabes que ha empezado a llover en cuanto he salido de casa? diez minutos después de demostrarme que no había olvidado el tono de tu voz.
Gracias. Muchísimas gracias. Creí que jamás volvería a compartir el silencio.
Cuando sólo ves tonalidades de grises, cuando tus párpados te pesan tanto que duelen los ojos, cuando tus labios quedan petrificados en una mueca vacía, cuando despiertas abrazado a la tristeza, cuando la carretera parece un mar de asfalto, cuando no salen las palabras, cuando vislumbras tu dolor en la miel de su mirada, cuando te sostienes sólo en sus brazos, cuando sigues un rumbo que no te pertenece y no sabes virar.
Se destapa el dolor en una fracción de segundo y te alcanza como un rayo. Caes al suelo. Tu mirada se pierde. Todo lo malo se secuencia en imágenes. Huyes y, en el camino, sientes que es la última vez. Dos palabras. Piedras contra su ventana. Y una equivocación más.
Odias hacerlo, no poder evitarlo, amarrarte a quien no está, robarle el sueño.
Pero estar en sus brazos es tu único consuelo.
Porque durante unos segundos dejas de ser.
Nuevo disco en junio!!!!! yujuuuuuu!!!! (me hace ilusión, jop...)
Te dije lo que pasaría. Pero lo negaste mientras reías. Y me miraste como haces a veces. Y yo te creí. Porque lo necesitaba. Porque te necesitaba. Porque si ocurría de nuevo, ésta vez, sería distinto. Porque no quería perderte. Porque no podía. Porque mi único secreto es quererte demasiado. Y mi último error, creerte.
Un par de semanas demuestran mi teoría. Pero ya poco importa. Porque has dejado heridas. Y traiciones.
Y yo he vuelto a levantar el muro que nos separa.
Porque son ya demasiadas las cicatrices de mi espalda.