Podría reventarme los huesos contra las mentiras de un pasado no lo suficientemente lejano. Y romperte los tuyos por desear lo mismo que yo.
Podría ignorar los sueños que sólo me muestran dolor. Borrar cualquier pensamiento de un presente-futuro escrito en soledad.
Pero ni las canciones con finales felices desbancan esas imágenes arraigadas en mi cabeza. Ni las horas. Ni el deseo.
El subconsciente me habla hoy de una obsesión que va más allá del límite. Y es entonces cuando recuerdo que los sueños siempre pueden cumplirse. Y olvido que alguna vez se cumplieron.