Cuánto hacía que no se me revolvía así el estómago. Creo que aquella tarde no era lunes, aunque el lunes pasara a ser el mejor día de la semana. Después vinieron los martes, miércoles, jueves, viernes y algún sábado también. El domingo sólo tenía una canción.
He recordado, he leído y ahora escucho las mismas palabras que te escribí aquella tarde. Puedo sentirte un lunes sí y quince no. Tu mundo no se paró. El mío tampoco. Seguiste buscando y el reloj acabó midiendo de todo menos el tiempo.
Y después de tanto, una frase seguirá siendo cierta.