Mismo despertar. Ya no hacen falta los sueños. Abres los ojos. Piensas. Intentas dormir. La luz no te deja. La mente tampoco. Y el cuerpo, o el alma, te obligan a echar por la boca el vacío. Y esa imagen que se clava dentro de ti como cientos de alfileres ardiendo.
Pero no puedes. Así que te arropas de nuevo y cierras los ojos muy fuerte. Tan fuerte que duele. A la espera de lo que nunca llega. Mintiéndote. Negando. Lo que un día te arrebató el sentido. Y las ganas.
Esa sensacion siempre vuelve, y con el tiempo, parece que se hace mas profunda y se nota mas.
No recuerdo que la ultima vez doliera tanto.
No recuerdo como me deshice de ella la ultima vez.
Supongo que solo queda esperar. Cuando ya no queda nada, nada por echar fuera, ni por la boca, ni por los ojos, solo queda esperar a que el dolor remita.
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Huella dejada por Maki a las 11 de Marzo 2007 a las 04:54 PM