20 de Septiembre 2004

Reencuentro

Salgo por la puerta y te veo esperándome en el banco de enfrente. Llevas puesta tu dulce sonrisa, que acompañada de tu mirada provoca idéntico hechizo sobre mí.
Siento decaimiento a tu alrededor; el mismo que noté minutos antes en tu llamada.
Te acercas clavando tus ojos en los míos y me regalas un abrazo y un único beso. No como los pasados, ya que un día les robamos a nuestros labios su derecho a rozarse.
Hace calor y tu abrazo me proporciona aún más. Ojalá hubieras venido antes. El frío se estaba apoderando de mí. Y sabes que acaba por encadenarme. Y sabes que no me gusta... a pesar de las veces que lo he invocado en actos desesperados.
Tus brazos me rodean durante más tiempo del “correcto” y los mío hacen lo propio. Ambos lo necesitábamos, así que no rompemos ninguna regla.
Nos sentamos donde siempre. Cuántos momentos compartidos en ese lugar. El sol luce con fuerza esta tarde y le da a tu cabello un tono más claro (te queda bien). Luces todavía el moreno trabajado en verano y te burlas de mí porque yo lo he perdido... La verdad es que de aspecto te veo tan bien como siempre. Sólo de aspecto. Y las chicas que pasan delante nuestro deben opinar igual. Aunque es costumbre, porque siempre te dedican la misma mirada lasciva.

Nunca me has ocultado nada, ni has utilizado tu valentía como muro protector. Sé que conmigo no te cuesta mostrar sentimientos y le sacamos partido. Te doy un beso en la frente y comienzas a hablar. Es como meter dinero en la máquina de refrescos. Y para ti siempre hay monedas.
Lo mejor de todo es que nunca me queda la sensación de haber desperdiciado nada. Y eso te honra en tiempos que corren. No ocurre con muchas personas, y menos últimamente.
Otro abrazo de despedida. Sigues agradeciéndome mi escucha y yo sigo diciéndote que dejes de hacerlo. Y sonríes... y sonrío... y nos quedamos parados, uno frente al otro.
Sabemos lo que pensamos. Siempre lo hemos sabido cuando llega ese momento. Y suele ser el mismo pensamiento y la misma sensación para los dos.
Hoy me toca a mí dar el paso. Beso en la mejilla. No hay adiós. Llegará el día en que hablemos sin temor de este tema. Hoy por hoy, queda en silencio.

Escrito por nitt | 20 de Septiembre 2004 a las 12:51 AM
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