Se crean de repente y sólo cuando están a punto de caer te das cuenta de la posibilidad que hay de que ocurra.
Voy de lista y bajo con el propósito de nadar durante una hora. El cielo gris se vuelve amenazador, pero no me asusta. Perdiste tu poder conmigo.
Me aproximo al agua... no está muy fría. Me siento un momento antes de zambullirme. Miro hacia arriba y las gotas comienzan a caer. Espero a que deje de llover. No es recomendable bañarse en esas circunstancias...
Tengo paciencia, pero comienza a soplar un viento fuerte. El aire se vuelve blanco, por la arena y el polvo levantado. Los árboles parecen enfurecidos y tiran sus hojas a modo de flechas. El olor de los rosales me acaricia. Me gusta la sensación de estar en medio de una tormenta. No hace frío ni calor. Temperatura perfecta. Las hojas chocan contra mis pies desnudos y el viento rasga mi piel mientras la lluvia resbala.
Alguien ahí arriba tiene que estar muy cabread@ porque el diluvio nos empuja a refugiarnos.
Y en el refugio observo y siento. Y el sonido rompe el silencio de la mejor canción compuesta. Viento y lluvia, aire y agua que inundan la atmósfera.
Sensación increíble que espero cada verano.