So Far Away

Tu derrota

No quiero hablar. No quiero escucharte. No quiero sentirte.
Estás conmigo desde hace años. Ella nos presentó. Nunca antes había conocido algo igual, tan profundo, tan fuerte, tan cruel, tan dañino.
Te acogí en mi vida porque ella te trajo y porque eras mi única herencia.
Supimos convivir durante un tiempo. Me hacías daño pero no te decía nada, te dejé seguir a mi lado. Cambiaste todo de mí. No fue algo premeditado, no por mi parte. Yo ni siquiera me daba cuenta. Estabas conquistando mi interior pero ya no importaba quedarme sin nada.
Aprendí todo de ti, cuando te gustaba salir, cuando te ocultabas para jugar conmigo (una especie de escondite pero más dramático), tus miedos, tus objetivos...Conseguí conocerte y cada vez me gustabas menos.

Un día dijiste que te ibas. Yo no te lo pedí pero te fuiste. Al principio resultó extraño vivir sin ti. Aparecías de vez en cuando en mis sueños y a la mañana siguiente despertaba casi hundida en mis lágrimas.
No me gustaba y dejé de soñarte, pero alguna noche volvías y no podía hacer nada. Solamente podía esperar a que te cansaras de jugar conmigo y te fueras de nuevo.
No volviste durante, lo que me pareció, mucho tiempo. Pude volver a ser yo, a reír, a soñar sin ti...en definitiva, a vivir.
No tenía noticias tuyas. Seguramente habrías encontrado otra víctima a quien poseer, a quien matar. ¿Te habrías olvidado de mí?...
Nunca lo sabré, pero escuchaste una llamada y viniste corriendo. Alguien te ordenó que abrazaras este alma, mi alma, y que lo hicieras con más fuerza que nunca. Alguien misterioso que no supo quererme. Alguien que no quiso abrazarme...Alguien...

Te vi llegar. Tuve miedo. No quería verte. “No...No vuelvas...”. No tuve fuerzas para impedírtelo. Un reencuentro. Un abrazo. Un llanto.
“Te echaba de menos” dijiste. “No tienes a nadie. Sólo estoy yo. Ya no me quieres?” Te abracé con tanta ansia...me hacías daño pero sin ti estaba vacía. Giro radical esos días. Hablamos. Me contaste que no habías perdido ninguna batalla. Fuiste el conquistador, aunque sea tu gran arma quien vence.

Me he cansado de ti, de esa atmósfera de muerte y soledad que te rodea. No hay ganas de hablar. Te odio. Te he vencido. Por primera vez he ganado....Y no hay mejor victoria que tu derrota.
Espero que algún día aprendas a vivir y rompas con esa melancolía con la que te acuestas desde hace años.
De momento me separo para vivir mi propia vida...porque, ahora que tengo fuerzas, no voy a permitir que me arrastre tu tristeza.
Adiós.